NADA PERMANECE
ni lo bueno, ni lo malo
ni lo justo, ni lo injusto.
Nada es eterno.
Ni tan siquiera la belleza de una flor que nace,
Ni tan siquiera el sueño de un amor amante,
Ni tan siquiera la inquietud de lo desconocido.
Todo es prohibido.
Por el amargo paso de las horas muertas,
por la pesada huella de los días perdidos,
por el breve fugaz brillo de una estrella,
por el olvido.
Caigan los mares sobre mi, caigan los montes
y ahoguen mi cuerpo, entierren mi alma;
quiero ser semilla y nacer de nuevo,
semilla que perdure donde nada permanece,
Fénix, que de sus cenizas surja y vuele
más allá de lo prohibido, más allá del olvido,
más allá del miedo a lo desconocido,
Reencontrando mi alma,
sucumbiendo al delirio
de una música eterna
susurrando en mi oido.