No me quites el dolor, si viene del roce de tu mano.
Me tuviste que sostener en mi caída, y hubiera podido ser, porque tú me lo dijiste, peor. Si un Dios Todopoderoso te sostiene, salir con un moratón en el costado de ese lance no es tan extraño ni tan trivial.
Si es de este modo que pueda recordarte en mi cuerpo eternamente, así sea, aunque también suplico, no me faltes...
Si tú no me dejas yo no te dejaré. Así decía un cuento que leí de niña. Porque fui niña y lo sigo siendo. Yo seré el rosal y tú la rosa. Yo seré la capilla y tú la lámpara.
No tengo miedo si estoy en tu mano. Si el dolor es tu recuerdo, lo acepto y reconozco que sólo puede venir de ti. Si todo me acerca a ti. Te amo. Te respiro. Me apartas para ti. Y así también lo reconozco.
* * *
Le veo a él en ti y te veo a ti en él. Pero no olvido que te debo un verso.
* * *
No me quites el dolor. Quítame el llanto, quítame la risa tonta. En tu paz y en tu alegría me recoges. Te reconozco a ti en él y a él en ti. Tan sólo perdona si mi beso quemó tu mejilla. Si esa cicatriz ya es sólo mía, bien puedo llevar tu cicatriz, ya solo tuya.
No me quites el dolor, quítame la mentira.
Lo falso que nos rodea, aquello que apagar quieren.
Pero yo llevo en mi corazón tu luz. Allí no pueden apagarla.
Me tuviste que sostener en mi caída, y me dejaste la huella de tu mano. Tu mano poderosa. Tu mano infinita: era de salvar mi alma de lo que se trataba.
* * *
Soy poeta de pacotilla. Mis poemas son livianos. Carga que no pesa. Carga que no cuenta. Saben a salitre y a dulce licor, a canela y a limón. A suave brisa que recuerdo, y que alborota tu pelo. A hojas de pino, a hojas de menta, a hojas muertas. A rosas secas, a madera antigua.
Camino infinitamente, espero el instante, lo reclamo, es mío, es tuyo: es nuestro.
Te prometí un poema y no me sale, lo siento.
* * *
Solo uno, solo uno, quédate y no me dejes más que tomar solo uno. Siéntate a mi lado y que solo sea uno, pero que sea infinito.
* * *
Debo volver a tu lado porque lo he prometido. Te prometí un verso pero no me sale.
Ay, si ni encontré hojas para pensarlo, hojas para escribirlo...
* * *
- No me quites el dolor, si contigo lo comparto. Para que nunca me olvide lo que por mi padeciste. Me sostuviste en mi caída y quede herida. Como no herirme si caí desde tan alto y tan fuerte, y tú me sostuviste en el último momento. Y tu mano fuerte y poderosa fue la única que podía sostenerme...
"Perdóname haberte herido en el costado, pero caíste de tan alto y tan fuerte que tuve que extender mi mano para sostenerte"
- Entonces, amor mío, no me quites el dolor, no me lo arranques. Así recordaré eternamente este instante, y el dolor quedará por siempre apagado tan solo por el roce de tu mano.
(Al final, amigo mío, el poema me lo regalaste tú a mi... Gracias!)
https://www.youtube.com/watch?v=6S2d54-QxA8
