CANCIÓN DE CUNA

Duermes, mi bien, en otros brazos
porque te dejé escapar de mi regazo;
te escurriste, agua de lluvia fuiste,
y quedaron mis manos húmedas
y ardiendo.

Duerme, mi amigo; la luna y yo
nos haremos confidencias esta noche.
No me importa que los hombres me crean loca
si me oyen cantar para tí
y tú estás lejos.

Duerme, ternura, entre mis labios
convertida en un vacío recuerdo,
un fantasma que se crece en la noche,
un cadáver incorrupto que aún conservo.

Duerme, dolor, aquí, en mi pecho
dolor de herida que no se cierra,
dolor de fuego y sangre y desespero.

Dolor sagrado que no puedo maldecir.