LA ULTIMA MUSA
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Las musas, mis hermanas
no recuerdan mi nombre.
Decia Pausanias que tres eran ellas.
Habitaban en el monte Helicon, en Beocia.
Metelea, meditativa y profunda,
Mnemea, en su memoria infinita,
Aedea, de tan bella voz y canto.
También tres se conocian en Sición:
Polimatia, una de ellas,
y en Delfos, cuyos nombres, sonoros,
idénticos a las cuerdas de la lira, habitaban, hijas de Apolo,
Nete, Mese e Hípate,
( o Cefiso, Apolonis y Boristenis )
Como hijas de Zeus y Plusia, se mencionan otras cuatro,
Telxione, deleite del corazón,
Aedea, de la bella voz y canto,
Arque, del comienzo,
Meletea, de la meditacion.
Hijas de Piero se mencionan siete musas:
Neilo, Tritone, Asopo, Heptapora, Achelois, Tipoplo y Rhodia.
Todo esto data de tiempos antiguos y los estudiosos
lo resumieron del siguiente modo:
Caliope, la de la bella voz, en la elocuencia, belleza y poesia epica.
Clio, la estudiosa de la historia y la epopeya.
Erato, la amorosa, de la poesia lirica.
Euterpe, la muy placentera, de la música.
Melpómene, la melodiosa, de la tragedia.
Polimnia, la muchos himnos, de los cantos sagrados y sacra poesía.
Talia, la festiva, de la comedia y la bucolica poesía.
Tepsicore, la que deleita en la danza y la poesia coral.
Urania, la celestial, de la astronomia, poesia didactica y ciencias exactas.
Y aunque yo conozco sus nombres,
y no olvido a la dulce Safo, para unirla a ellas,
como otros antiguos ya hicieron en su tiempo,
ellas desconocen el mio.
Quiza porque no represento a ningún arte ni a la belleza
pero en ellos me deleito.
Quizá porque me arrojaron al barro
y prostituyeron mi nombre,
y deformaron mi rostro con máscaras grotescas,
y en mi defensa derramaron héroes y mártires su sangre.
Porque me muestro velada
y me confunden a veces con la justicia
porque llevo una espada
porque soy implacable.
Porque me nombran virtud, pero también reclamo ser inspiración.
Porque me hago pequeña siendo inconmensurable,
y aunque me nieguen los sabios, sigo existiendo.
Porque respiro, porque el Tiempo me desnuda,
porque aunque cansada de gritar en el desierto
Aquel que me creó no me abandona.
Porque me hizo ser luz en mitad de las tinieblas
para aquel que me busca, nunca rechazarle,
y entre susurros al humilde y al pequeño me revelo.
Madre de nadie, múltiples son mis hijos,
a quienes acojo dulcemente y libero de sus miedos
con la luz de la certeza.
El mismo Dios me dio forma
y fui nombrada en labios de su Hijo:
Soy la Verdad.
