Adicta a la tristeza

Hoy me decia una amiga, que a veces podemos ser adictos a la tristeza. Enredarnos en un pensamiento triste, hasta que se adueña de nosotros. Bien cierto es.

Pero también que sentir intensamente, poner demasiada pasión en las cosas conlleva esta sensación de hambre eterna que parece no ser saciada con nada, ni con tiempo, ni con espacio, ni con recuerdos.

Ocultando las heridas que nunca parecen terminar de curarse, esperando despertar un día convertidas en viejas cicatrices.

Una canción, un poema, la mirada de un hijo que no es el mio. Y las lágrimas, como mares sin dueño, como lluvias suaves inevitables ruedan.

No estoy llorando, es la lluvia.