Perfume inmenso

Olía a musgo y a heno. Su pelo enmarañado en el viento frío se movía mientras me acercaba hacia él.

"Llegas tarde, como siempre" me dijo con una sonrisa indulgente, mientras me daba un par de besos con la cara helada y los labios cálidos.

"No sabía que me estabas esperando todavía" respondí yo, con cara de confusión, pero alegre, a punto de ponerme a dar saltos.

"Cómo no iba a esperarte, siempre andas pensando lo peor de mi, y ya ves que no soy tan malo como creías"

"¿Dónde has estado?" pregunté yo mientras comenzabamos a caminar calle abajo.

"Aquí. allí, en todas partes y en ninguna, escuchando, aprendiendo, ayudando y siendo libre"

"Hermosa tarea", apostillé yo con una suave sonrisa.

No dejaba de mirarme mientras caminaba a mi lado.

"Bueno, dime, ¿me has echado de menos? ¿Y todas esas cosas que me querías decir y no me dijiste en su momento? ¿Sigues cantando a horas intempestivas, vieja sirena?

Supongo que no sabía que responder, después de tanto tiempo, de tantas lágrimas, de tantas risas perdidas, de tantas oraciones desgranadas, de tantas canciones repetidas, de tantos zapatos arruinados, de tantos y tantos enredos y desenredos.

Así que, como siempre que no tengo nada que ganar ni que perder, dije:

"No te he echado de menos, pero no dejaba de pensar en tí"

Y continué

"Nunca te dije "te quiero" pero lo adivinabas en cada momento, nunca te dije "te necesito" pero aún en la distancia te buscaba y te encontraba..."

"¿Y?" dijiste parándote y mirándome con una sonrisa en los labios.

Te miré a los ojos, te devolví la sonrisa.

"Te quiero, te necesito, sigo cantando a horas intempestivas. Si tu quieres, me gustaría acompañarte, estar a tu lado. No te voy a defraudar."

Me abrazaste, sentí nuevamente tu calor, tu perfume inmenso, y me envolviste con un beso largo e intenso, y me dijste.

"Lo sé."